Un abrazo a los lectores, no se queden sólo con los diarios y demás pasquines, somos muchos los que escribimos boludeces a mansalva!!!
Abur
Experimento
fallido
Central de Control de
los Sujetos “Vías Muertas”.
Un parpadeo incesante de
luces multicolor. Autómatas sobre sus monitores analizando resultados.
Una pantalla central de
grandes dimensiones deja ver, uno a uno, los efectos de los experimentos.
Caso 5685 inserto en
cuadrante Gamma 52 B. Sujeto: Político. Resultado: Positivo. Desarrollo: Según
lo preestablecido en Directiva AB. Soborno Aceptado.
Caso 9187 inserto en
cuadrante Alfa 100. Sujeto A: Asesino Serial. Sujeto B: Prostituta. Resultado:
Positivo. Desarrollo: Según lo preestablecido en Directiva A. Asesinato
cumplido, asesino capturado.
Se llaman “Vías Muertas”
a seres humanos que no encajan en ningún grupo social. Estos hombres y mujeres
son manipulados desde la Central de Control para establecer Directivas de
Comportamiento y Acciones en patrones de adaptación.
Cada ser humano tiene un
patrón preestablecido y constante de movimiento de inserción social y así es
como la Corporación Mundial quiere que se mantenga.
Los Líderes mundiales no
quieren sobresaltos en el manejo de las personas y las respuestas a los
estímulos deben ser calculadas sin posibilidades de error.
Ecuación enunciada: “Un
sujeto inserto en un grupo monitoreado, es fácilmente dominable”.
En la pantalla, el Caso
3756 inserto en el cuadrante Xi 123, en pleno desarrollo experimental, se
visualiza.
La luna llena
iluminándolo todo como un gran farol de luz blanca; un viejo puente ferroviario
es un fantasma sobre el río que corre de norte a sur.
Germán apoyado sobre el
barandal pierde su mirada en el agua que morirá en el mar. Acaricia una soga
como pidiendo respuestas que nunca querrá oír.
Su mente sumergida en la
estúpida niñez scout, decidiendo que nudo hacer para su cometido; un corredizo
en un extremo y un ballestrinque en la baranda, le habría aconsejado su guía.
Dando la espalda al río,
se sienta en cuclillas y desenchufa su mente.
Irene mira el nacimiento
del río como añorando algo perdido. Un bolso aferrado con ambas manos es la
única pertenencia lograda en sus veintiún años de vida.
Se toma unos segundo
para respirar profundo y dejar caer alguna lágrima que se perderá en los fierros
del puente.
Antes de continuar su
camino, nota un cuerpo oscuro sentado en la orilla opuesta a ella. Deja en el
piso su bolso y cruza, con un ritmo cansino, las vías del tren.
-Hola, mi nombre es
Irene, ¿buscando el camino fácil, amigo?- pregunta la chica.
-Noup, sólo hago uso de
mis cinco segundos de “cordura”- responde Germán sin levantar la vista.
-Está bien, a veces ese
tiempo es lo único nuestro en esta vida, cada cual lo malgasta como quiere-
-Debe ser muy fácil
hablar para los que ignoran- respondió el muchacho, -sólo tienen que limitarse
a eso… a hablar- dijo con un tono de fastidio.
Irene introdujo una de
sus manos en el bolsillo de su campera y acarició un pequeño paquete y
respondió: -Seguro, al menos los que hablamos no tomamos el camino fácil. Es
más, apostaría el dinero que tengo en mi bolsillo a que no dejás ni una nota
explicando tu decisión. ¡Qué importan las personas que te aman!- sonrió Irene
con soberbia.
-Ganarías la apuesta,
porque las personas que me aman sabrán entender que sólo así voy a dejar de ser
un daño, un fracaso continuo… un perdedor.- gutureo Germán hastiado.
-Eso no te libera de que
elegiste un camino fácil. Extremos de una soga que termina con TUS problemas…
el resto que se joda-
-¿Qué carajo te importa?
¿Por qué no seguiste tu camino? Yo no te pedí nada, este es el lado de las vías
de los que queremos irnos… aquel, el tuyo, el de los que todo lo saben.
¡Llevate la mierda de tus hombros para allá!- gritó el muchacho, señalando la
otra baranda y apurando los nudos de la soga.
-Tenés razón, no me
importa. Acertaste, los demonios de mis hombros son tantos y tan pesados que me
obligan a correr hasta de mí misma. Y todo por doscientos mugrientos pesos- se
sumergió Irene en su dolor.
Irene se tomó la cabeza
con ambas manos, mientras Germán terminaba el nudo corredizo.
El muchacho, reflexivo y
sin dudas, apoyó su mano en el hombro de la chica y balbuceó: -Perdoname,
siempre creo que el único mundo que existe es el mío. No creo que te sea de
mucha ayuda, pero si te sirve me puedo llevar algunos de tus demonios en mi
viaje-
-No, gracias- respondió
Irene, -contigo se olvidarían y no me
puedo permitir eso, el olvido-
Hizo una breve pausa y
continúo con su relato –Sabés, el alimento de ciento cincuenta chicos dependía
de mí. Para la mayoría, la única comida del día y cambié eso por doscientos
pesos.-
-Manejo un hogar para
niños indigentes, y hoy a la tarde dos tipos me dieron plata para que
desapareciera todo; la indigencia es mentira, me dijeron. ¿Sabés por qué
acepté? Soy adicta y esta plata se transforma en merca para mi escape- lloró
Irene.
-Hablando de caminos
fáciles- comentó Germán que escuchaba atentamente.
-Así es, en el fondo vos
y yo no debemos ser muy diferentes, pero en tu camino no se arrastran
recuerdos-
-¿Qué loco, no? Rifaste
el futuro de los pibes, me querés “evangelizar”, te quedaste con una guita muy
oscura, pero en lugar de comprarte merca, huiste y querés apostar un dinero que
te quema las manos. Da a puerta de esperanza para vos, pero yo de eso no sé
nada y mis cinco segundos está corriendo.- dijo Germán con voz pausada y
meditativa.
-Es cierto, cada cual a
su destino. ¿Cómo me dijiste que te llamás?- pregunto Irene
-No te dije, soy Germán
y fue un gusto conocerte. Quién sabe, si esta encrucijada hubiera sido antes…
quien sabe- respondió Germán.
Ató la cuerda a los
fierros y dijo: -Escuchame Irene, en ese morral dejo algunos pesos y algunas
pavadas más, dónde voy no las necesito, llevalo-
-Chau Germán- dijo Irene
encaminándose a las vías.
Un pájaro cantó con sonido
metálico, augurio de un final.
De la nada, como una
bestia enfurecida, apareció una locomotora pitando broncas y odios al cielo.
Una luz blanca encegueció a la chica
quien sólo atinó a estirar sus brazos como rogando poder parar los fierros
embravecidos.
Germán con la soga en su
cuello se desesperó y corrió hacia Irene.
Silencio.
Un puente ferroviario
que cobra vida con las luces del amanecer. Una soga atada al barandal colgando
sobre el río. Un merendero con sus puertas abiertas.
Caso 3756 inserto en el
cuadrante Xi 123. Sujeto A: Suicida. Sujeto B: Drogadicta. Resultado:
Experimento fallido. Desarrollo: Sin parámetros preestablecidos ni conocidos.
Acción: Captura y eliminación de los Sujetos Experimentales.
Hïktor, el peregrino
gris