lunes, 16 de mayo de 2011

MUSAS AUSENTES SIN AVISO - PARTE III



A veces su trabajo no le daba respiro, la mercancía (como le gustaba llamar a sus compañeros de trabajo a las cajas) se apilaban por miles, pero, extrañamente, cada una tenía su preciso destino, momento justo de su entrega/recepción - recepción/entrega. Era un trabajo en teoría, fácil, no sencillo, fácil. Los paquetes se retiraban en dos casas, nuevas casas, en opuestos puntos cardinales (Este y Oeste) y se entregaban únicamente en dos casas, antiguas casas, ubicadas cada una, en un opuesto punto cardinal. Estas últimas estaba al Norte, una casa de inmaculado blanco, totalmente blanco, cuya recepción se hallaba detrás de un enorme portón cuyo trabajo de herrería artesanal sobresalía en majestuosidad. La zona era un vergel templado y era el lugar más codiciado por los "agentes de transporte" para efectuar entregas, pues causaba verdadero placer realizar el trabajo en ese paraje...
El Sur era el Desierto ya mencionado, salvo Él, no se conocía ninguna otra persona (o cosa) que lo transitara. La Casa Oscura en la que se dejaban las cajas, no demostraba encontrarse deteriorada, aunque hacía juego indescriptiblemente, con el paisaje, al punto de no desentonar, ni siquiera en su color, ya que a cierta distancia se fundía en uno con la tierra. La recepción, a pesar de no lograrse por contacto directo, era, raramente, amable!!
Las Casas al Este era de color verde y la del Oeste azul. En esta última, algunas veces, también se entregaban cajas...

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