miércoles, 24 de octubre de 2012

Mi'jo entro en el concurso!!!


EL OCASO DEL ALBO REFUGIO

 

Por El Apócrifus

 

Si te interesa entender lo sucedido, seguir la descripción,… deberías, quizás, vivir cada una de las palabras como tuyas, crear en tu mente una imagen secuenciada del relato, percibir los humores, sentir los dolores, compartir cada risa/llanto… ser, ni más ni menos, ese trozo de historia que aquí se narra…

Permítete volar

Hïktor, El Peregrino Gris

 

Me hallo en ese lugar atemporal en el que nos encontramos, indefectiblemente, con nosotros mismos... En mi caso es una playa...

Tomo en mi diestra la caña de pescar que bauticé “El terror de los peces”, aunque sólo me sirva para dar baños a un anzuelo que eternamente se niega a capturarlos…

El latigazo de una tanza que vuela con la libertad de las aves, dedica su música a la danza tribal que realiza esa anchoita cruel, que al partir, parece reírse en mi cara con un – en un rato vuelvo… y ¡¡sola!! -.

Sonidos e imágenes que dan inicio al ritual del noble arte de la pesca, obra que encuentra en su nudo a ambas manos aferradas a la caña, la rodilla izquierda fundiéndose en la suave arena; la derecha como vértice de un perfecto ángulo recto y a la mirada,... perdida, oteando la línea del horizonte, la que coincide, en maravilla, extensión y rectitud, con la que vieron alguna vez los hombres y las mujeres del legendario Albo Refugio…

Como de la nada, dos olas se funden en feroz batalla de espuma y de sal, ayudadas por un pícaro viento, recreando formas que me son conocidas… y dos olas más, y ya son ochenta… y doscientas sesenta se suman sin avisar…

Párpados superiores que se dejan caer en un recuerdo, para que las pestañas se abracen con sus hermanas en un encuentro familiar que se extiende por una eternidad... y ya no soy yo...

Abro los ojos con la misma parsimonia con la que los cerré, en el aire se respira una real sensación de inseguridad… Mi Kimakka se enciende en el pecho...

 Otra vez una imagen que no varía, podrán diferir las prendas, tal vez las caras, sumemos costumbres, pero nunca los hechos…

Alguna vez fue un pre-homínido peludo y gutural con un tronco de mayor tamaño que el del resto; o tal vez, un Rey-Sol enviado por los Dioses Primigenios, usando y abusando de la omnipotencia heredada de Éstos.

Fugaz visión de la Reina del planeta de los Anillos de Plata, con los mágicos poderes del Encantamiento en su voz y en su presencia, rodeada de seres encantados que actúan en una conciencia única, ubicua, deponiendo la razón individual y colectiva de lado… olvidándose de su gente...

Hace rato que habito la aldea Albo Refugio, la que tiene sueños de gran ciudad.

Fui seducido por la tranquilidad que brinda, el lugar y su gente, al peso de mis años de peregrinar, ese pueblo cuyos anhelos no difieren en lo más mínimo de los de otros, en tiempo, necesidades y espacio…

Pero esa mañana el aire no era el mismo, la pasividad de la gente había huido a esconderse en un arcón, dando paso a dientes ceñidos, manos tensas y voces que exigen…

La aldea-ciudad comenzaba a generar el epicentro de una revolución energética que se convertiría en una causa ejemplificadora…

Míticos seres conocidos (olvidados), ancestrales, desplazando lo conseguido con esfuerzo y perseverancia por gente que se había ganado su lugar con dignidad y respeto, se elevan las voces de protesta del pueblo cansado de injusticias,… Injusticia, esa Damita que se viste con las gasas del color de cada ojo que la ve.

Injusto se vuelve el reclamar un derecho coartando el de otros, pero, ¿no lo es también, desoír el reclamo?...

He visto múltiples batallas en los innumerables planos-dimensiones que han llegado a durar sólo segundos en la mente, pero no recuerdo ninguna que se haya acabado con la rapidez con la que un mazazo aplasta sueños de una porción de pueblo...  

Una guerra sin sentido entre hermanos, que sólo deja como trofeo de victoria, mujeres de negro luto, hijos sin padres y ríos de lágrimas imperecederas que se transforman en venas latentes de un gigante pronto a emitir su último suspiro…

Y es allí, entonces, cuando siento que mi inmortalidad no es más que una eterna agonía que no se concreta en muerte…

El grito del pueblo en repudio contra los míticos seres no se convierte en un sonido sin retorno, eco que arrastra como verdad absoluta que no se puede acometer a los poderosos sin sufrir las consecuencias y este caso no es la excepción.

En el horizonte se vislumbran relucientes armaduras de Guerreros oscuros, brillantes armas que denotan poderío, ejércitos de bufones con poderes ilimitados y orcos humanizados cuyo único concepto de ley es el que escriben sus puños…

El día inicia con una batalla que se acota, guerreros oscuros asediados por mujeres de forjados temples y hombres de firmes propósitos defendiendo su territorio, los que hacen retroceder a los orcos a un sitio neutral e inmóvil.

Los bufones gritan que de ser necesario, más ejércitos brutales vendrán, pero a la distancia, ya no cara a cara, pareciéndose lograr, en definitiva, (la que a la postre sería) una victoria inservible con sabor a derrota sabida…

El grupo invasor parece no avanzar, hasta se llega a pensar que los Generales depondrán sus armas, los poderosos caerían nuevamente con el sólo golpe de una piedra en el rostro, nuevamente un David vencería a un Goliat…

Pero en este eterno Ajedrez de la Vida, el sacrificio de un peón no es en vano, y no siempre el valor de cuidar lo propio supera a la fuerza arrasadora de los estrategas…

Y como por arte de mágicos hechizos, las tropas foráneas desaparecen de la faz de los territorios conocidos, como engullidos, literalmente por Gaia, la Madre Tierra…

Y un silencio es el inicio de un final…

Antes de que el pueblo pueda abrazarse y festejar, la voz agorera del Nigromante de Oscura Cepa, cuyo nombre es sinónimo de Arrojada-Conquista, se escucha.

 Hechicero que traza en rúnicas letras de sangre, un conjuro que se esparce por lo etéreo del aire, llegando a la aldea en forma de imagen-sonido con la violencia del Fuego del Padre Dragón, reduciendo al Albo Refugio a granos de arena cenicienta, que se desparraman y unen con el viento, convirtiéndose en un negro túmulo …

La gente, sin poder reaccionar, no queda fuera de este juego esotérico, y el fuego-dragón transmuta en una pared de roja energía iridiscente, generada por un hechizo nacido en el terror, arrastrando de un solo zarpazo, los inquebrantables espíritus-plateados de los defensores…

Y nuevamente el silencio…

Me siento inútil, perdí la costumbre de pelear guerras por el solo hecho de hacerlo, algo en mí entiende que no se construyen triunfos en estos actos, sólo derrotas para absolutamente todos los que participan y victorias innegadas a los necios que observan a la distancia,... entre las sombras…

Un pueblo inerme, hombre y mujeres que quieren resistirse, algunos caen de bruces, otros señalan a sus pares como buscando un culpable; salen a la luz los sentimientos más pobres del hombre, volviéndose la supervivencia  una instintiva necesidad básica…

Y pude ver a los líderes del pueblo dejar caer sus armas, quizá no por temor, (quizá) sino por valor y respeto, -quiero creer-,… por el valor de aprender a cuidar a los suyos y el respeto a las lágrimas innumerables…

Las tierras del Norte alzaron sus armas y voces en un intento de contraofensiva rescatista… pero ya sin espíritu, las guardias caen, los oídos se cierran y las voces se refugian en el interior…

Y en este Aquelarre sin sentido, los restos del Albo Refugio son entregados a otros dominados feudos como maldito botín de guerra,… como si lo que queda fuera un bien sin vida a repartir.

Y en la desazón de las horas que siguieron al golpe ejemplificador, una frase invade mi mente… - hoy estoy aquí, con mi espada envainada, dando ánimo a los caídos,… pero ¿cuál sería mi óptica si mi filo sirviera, por auténtica creencia, a algún necrogobernante?-.

Desenvaino mi Espada, y la clavo en el suelo, un brillo de plata ilumina los restos del lugar donde estuvo el Albo Refugio,... y un centello señala una esperanza: los espíritus robados vuelven, tarde o temprano, a sus dueños...

Se hunde mi rodilla izquierda en las cenicientas arenas del edificio que ya no está,… mi rodilla derecha se transforma en el vértice de un perfecto ángulo recto… los vientos  juegan creando dos olas de cenizas que imitan imágenes que no desconozco, y dos olas más… y ya son ochenta… y doscientas sesenta se suman sin avisar…

Mi párpado superior se deja caer con la lentitud con la que los recuerdos afloran a una mente y las pestañas se funden en un abrazo familiar que se extiende más allá del tiempo y el espacio… y ya no soy yo...

La tanza le manda un mensaje a mi dedo índice y éste no lo retiene y lo dispara a mis ojos, los que se abren con la misma lentitud con la que fueron cerrados. Siento que un descuidado pez cayó en la seducción del traidor anzuelo… y como entregado a un destino cierto, el ser acuático se deja arrastrar hacia mí.

Con la delicadeza de un cirujano,  le quito el acero del lastimado labio y con una sutil sonrisa le hago entender de qué hoy zafó, y lo devuelvo a su hábitat.

El pez con un gesto de agradecimiento, me señala la línea del horizonte, momento en el que me doy cuenta que es la misma recta que guió a Anhala, la Princesa de Luz, a su salvación después de la caída de La Atlantis,...

Mas mis párpados, cansados-agobiados, no bajan y el ocaso solar inminente… se roba otra historia…

 

Fragmento de los Perdidos Libros Místicos de          -Hïktor, Cabeza de Hierro... El Peregrino Gris-

 

El Apócrifus

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