viernes, 17 de septiembre de 2010

CUENTITO CORTO (Tres Carillas)



Este es el cuento que mandé a un concurso de cuentos cortos que organizó la AFIP, ayer tendrían que haberme avisado si salió entre los tres mejores... no me avisaron!!! Seguro que estaba todo arreglado y se repartieron los premios los amigos de los organizadores, porque mi cuento, además de ser verídica la historia... ES GENIAL!!!
Iba a volcar acá una versión extendida, pero me agarró bajón, malditos acomodados, si lo mio es sublime!!!, si no me creen... lean
Y… ¿DÓNDE ESTABA EL CRIQUE?
A ti lector te escribo, y verás en mis letras un dedo índice que te señala; no quiero haber vivido las MILVIDAS sólo para cumplir, anhelo lograr ese premio, el trofeo que todo escritor desea… Quiero de ti, lector, ávido lector, sólo una cosa, que sientas lo que leas… ¡qué SIENTAS!; sé el protagonista, sé el que esquiva las balas a lo Neo, o que te pares en la punta de ese trasatlántico y abras los brazos, o que vueles, que ese beso apasionado sea el tuyo o seas abuelonieto-nietoabuelo, … Mi amigo lector, si logras eso, este Peregrino Gris, que ha recorrido infinitos caminos, habrá conseguido el mejor y más grande de los premios, ese alimento para el espíritu, ese maná cósmico… habrá logrado que seas mis letras…
Todos tenemos un don, el de este Peregrino Gris es pasar inadvertido a tu lado para robarte, en tu complicidad, vivencias, anécdotas, sueños, y alquimizarlos en tinta sangre del corazón, la que emerge mágicamente hasta esculpir obras como la que se materializa a continuación…
“Uno a uno, esos vagos sin careta se van reuniendo alrededor del Patriarca, para cumplir con una herencia ancestral, en un espiral kármico que se continúa de generación en generación… ningún abuelo debe estar exento a que sus nietos, con respeto, lo “salen”; lo hice con mis abuelos, mis hijos con los suyos y ahora es mi turno de ser el centro de sus bromas. Ellos se alimentan de anécdotas y si bien mi memoria me falla y cuento mil veces las cosas, esas “fallas” programadas logran que todos los domingos, la energía de vida de esas bestezuelas me hagan un jugador de este eterno juego en el que no existen perdedores.
La voz de pito del más chiquito perfora mis oídos, pidiéndome una historia de la época en la que, según su papá, yo hacía que trabajaba. Sin demora y por miedo a que se vayan arranco con un: - ¿Les conté la de la vez que salí con la Azulcita, cuando trabajaba en la DGI?- -¡Papá dice que esos son re truchos!- -Ah, ¿síííí? Preguntale a papá qué sueldo lo vistió, le dio de comer y una educación y, además, decile, que dijo el Abuelo, ¡qué por bocasucia tiene diez días sin pleysteishon!-
Una catarata de carcajadas de mocosos vagos y revoltosos llena el ambiente y se ilumina de recuerdos y alegría y las imágenes se hacen vividas…
-Este “viejo” que tienen como abuelo alguna vez fue joven y trabajó, era Oficial de Justicia de la DGI y tenía que llevar papelitos a los negocios, no sólo en esta ciudad, sino que en la zona también y, a veces, cada salida era una peripecia mágica, llena de suspenso, teníamos que ir a lugares que ni figuraban en los mapas…- -¿A ver duendes y magos?- exclamó mi Princesita. –Duendes no, pero algún que otro mago… mmmsep, ¡¡¡magos y escapistas me ha tocado visitar, jajajaja!!!- que fue más un chiste para mi que para ellos, quienes no entendieron la ironía.
-¿Les conté la historia de la Azulcita?... Teníamos una camioneta grandota y vieja con la que salíamos de viaje, de “gira artística” decíamos con mi compañero de laburo, jajaja…- Por un rato me pierdo en los recuerdo, hasta que un –Abu Hïk, te dormiste- me trae nuevamente al fogón. –No, mi amor, me estaba acordando de ese viaje, nos tocaba salir toda la semana, desde un lunes hasta un viernes a quemar caminos, la cantidad de kilómetros que se recorrieron nos llevaría ida y vuelta a lo del tío abuelo y ese día me toco ir para el lado norte, allá donde vamos a ver nieve en invierno. Normalmente me quedaba a dormir por esos lares, pero ese día había pocas notificaciones y quedarme todo el día sin hacer nada no me gustaba, así que, cuando terminé la última notificación en el pueblo, salí de raje otra vez a la ruta… Me acuerdo que era un día de primavera, con mucho sol y calor y entre pitos y flautas se me hicieron como las dos de la tarde cuando retomé el asfalto de la ruta; habían pasado varios kilómetros cuando noto que perdía el control del vehículo y tengo la sensación de que una de las cubiertas se había pinchado. Bajando a la banquina, descubro que efectivamente la rueda delantera derecha estaba desinflada lo que me arrancó un montón de –¡Diantres, Santas Caracolas, recórcholis, qué mala suerte!- -Jajaja, esa es la versión Light, ¿no Abu?- -¡Es la versión que pueden oír esos oiditos, Carcunda! Sin molestarme demasiado voy a la parte trasera de la camioneta y comienzo a desenroscar el interminable tornillo que sostenía la rueda de auxilio, para darme cuenta no sólo que el auxilio también estaba pinchado, sino que no contaba ni con la llave cruz ni el crique, por lo que volvieron a nacer nuevos -¡Diantres que contrariedades, recórcholis y Santas Caracolas- y pensé, -¡no desesperaré!, haciendo “dedo” conseguiré que algún ser solidario me acerque a una gomería en cuestión de minutos!- Una hora después, cansado de comer tierra de los camiones y de millares de “seres solidarios” empecé a caminar en dirección de un pueblito que había visto al pasar, aproximadamente a unos cinco kilómetros y como saben, el abuelo siempre fue un deportista así que en cofcof1hora45minutoscofcof, me encontré en la entrada del pueblo con tanta suerte que había un gomero a pocos metros de mí. Con mucha amabilidad le pregunto: -Maestro, ¿podría usted concurrir conmigo, atento a que mi vehículo tuvo la mala suerte de pinchar dos de sus cinco cubiertas, a recoger una de ellas para su reparación, por favor?- La respuesta no se hizo esperar y con elocuencia y maestría en el vocabulario, me contesto: -¡Ajá!-. Ante una respuesta tan verborrágica, le dije:-Está a unos 5 kilómetros de aquí, ¿tendrá usted un medio para irla a buscar?. Nuevamente debí soportar otra prolongada respuesta “ajaeña”, lo que me llevó, atento a no contar con mucho efectivo a preguntar cuánto costaría dicha reparación y que necesitaría una factura para poder tener un comprobante para poder rendir mis viáticos sin problemas, ya que trabajaba en la AFIP-DGI. Cómo un relámpago de Luz Mala acompañando al Chupacabras y La Llorona, el rubio gomero giró su cabeza, me miró y escupió un “Ajá” gutural seguido de un “No tengo y ahora no voy nada”. Anecdótica fue la reacción que el Abu descargó contra el parlanchín gomero, (y llevándome ambas manos a la boca formando un paréntesis les susurré), esta es la versión para menores: -Creo que usted no es una persona de bien al dejarme varado en el medio de la nada- -Ajá- -Cruel hombre- -Ajá- -Ser sin sentimientos- -Ajá- y demás frases hirientes que lograron que el gomero tomara asiento y me ignorara. Anecdótico fue, también, el hecho que una camioneta me llevó a otro pueblo donde ningún gomero pudo darme una mano y no menos anecdótico es lo que pasó después. Llamé a mi compañero de trabajo, al que bauticé: “Negro Sexto Sentido”, porque no se cansaba de decirme “-te dije, te dije-” como si fuera mi conciencia, pero igual pudo conseguirme el número de la compañía de seguro de la camioneta, era un “Manda 3030 a Seguros Tearreglotodo” y ya empezando a oscurecer, llamé desde el único teléfono que había en el pueblo y pasó más o menos esto: –Hola, mi nombre es Verónica, en que puedo ayudar- me contestó una voz acordobezada, a la que le pedí: -Lo que seaaaaa, un OVNI que me abduzca, un monopatín, lo que sea, pero necesito ayuda YAAAAA!-. Le expliqué brevemente mi problema automovilístico y me aseguró que en cuarenta minutos todo estaría solucionado… Eran más o menos las 7:10 de la tarde, más 40 minutos, más impuestos internos, mmm me llevo uno,… a eso de las ocho de la noche la solución anhelada sería mía… ¡toda MIA!. La amable señorita me advirtió que el auxilio pasaría por enfrente del pueblo, por lo que me senté en un mojón a esperarlo… A las 21:20 hs., después del entumecimiento de los miembros inferiores, me arrastré hasta el teléfono público y marcando el “3030” escucho: –Mi nombre es Luciana, ¿en qué puedo ayudarlo?- -Quiero a Verónica y mi ayuda, ¿dónde está mi ayuda?- Segundos después Luly me comunica con el teléfono del auxilio –Le paso Sr. con el mecánico- -Hola, ¿dónde está?, mi necesita ayuda suya, ya- -Ho.. s.. el a.u.i..o me… oy… y ed…?- -Luly, no entiendo qué dijo- -El auxilio acaba de decir: Ho.. s.. el a.u.i..o me… oy… y ed…?- -No entiendo- - Deposite 25 centavos más si desea continuar la comunicación!!- -No te cortes, porfi no te…..-. Rodillas al suelo mirando al cielo buscando una respuesta y retorno al mojón a llorar penas con el dedo gordo de guía, cuando a eso de las 10 de la noche un patrullero de la policía de la provincia se aproxima y un oficial con voz de policía me dice: -Masculino, ¿a dónde se dirige?- -La verdad no puedo mover las piernas así que aquí me quedo, Oficial- -Negativo, suba al móvil- -Pero Oficial, tuve ganas de estrangular al ruso, pero no lo hice- -Tranquilo masculino, el auxilio lo espera en su camioneta, vino del otro lado de la ruta-. A las 23:00 hs. y después de cargar la camioneta en la grúa volvimos a la ciudad… ¿Les cuento lo que pasó en la oficina al otro día?- -Ahora no, Abu, mamá nos llama a comer, después seguimos, ¿dale?- -Jajaja, seguro Mangangá, seguro, el Abu a veces se vuela un poco, ¿no?—Sipi, Abu… estemmm, una preguntonta, y… ¿dónde estaba el crique?-“
Sólo resta aclarar que los personajes pueden ser ficción… pero, ¿y los hechos?… jueguen un poco con su omnipresencia y denme ustedes, lectores, una respuesta.
El Apócrifus, Peregrino Gris

2 comentarios:

  1. Hace años llegó a mis una historia contada por un gomero de un pueblucho de la zona. Este hombre tosco se ufanaba de haber sodomizado a un muchachín de la DGI, a cambio de una simple reparación de cubierta. Se reía mucho cuando recoraba que tanto el muchacho como la cubierta hacían muchas burbujas debajo del agua.

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  2. Me encanto,nos encanto y te doy graxxx por el brillo de esos ojitos infantes cuando escuchan con emocion tus cuentos,te amamoss....

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